Toca a los maestros hacer conocer a los niños el valor del trabajo para que sepa preciar el valor de las obras.
Simón Rodríguez
¿Qué sucederá el día en que la
venta de petróleo no nos alcance para comprar todo lo que necesitamos? No
faltará quien se apresure a decir que ese día está bastante lejos. Renny
Ottolina en una lúcida entrevista dejó colar esa idea, criticando no sólo
nuestra mentalidad rentista, sino también la falta de horizontes con
respecto a un problema más profundo, un problema de identidad, un problema
educativo.
Aún cuando uno no pueda dejar
de atribuirle la responsabilidad al gobierno por el abandono sistemático del
campo, por el afán importador de todo lo que necesitamos, hay una idea incubada
en la mentalidad venezolana que consiste en no asumir nuestro potencial
agrícola. El petróleo fue un accidente histórico: lo real, lo que de verdad nos
debe llamar la atención es que en un país con tierras fértiles y con
posibilidades de prosperidad agrícola no haya leche, carne, pollo, mantequilla.
El abandono de la agricultura no sólo es por un problema de ineptitud política,
también es un problema educativo.
¿Se ha detenido a revisar cómo
se vincula la educación venezolana con la realidad agrícola del país? Bueno,
fíjese: el niño venezolano todavía hace germinadores. Nuestros niños terminan
creyendo que hacer germinadores es sembrar. ¿Y esta metáfora, la del
germinador, no será la germinación del desapego que tenemos con nuestra tierra?
La agricultura no es otra cosa que el resultado del conocimiento y el trabajo,
dos cosas fundamentales de las que nos ha apartado la renta petrolera. Primero,
porque la extracción petrolera es ajena a la cotidianidad del ciudadano, de no
ser cuando se materializan sus consecuencias al llenar el tanque de gasolina
del carro. Segundo, porque el petróleo no genera empleo: lo único que ha
generado durante décadas es revendedores y ministerios buhoneros de materia
prima. Extraen recursos no renovables y contaminantes y los cambian por
cachivaches. ¡Es el oro por espejitos! http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/venezuela-cambiara-petroleo-por-alimentos-con-arge.aspx
El germen del subdesarrollo
está en la educación: un sistema educativo que se ha empeñado en atapuzar la
mente del niño con prejuicios y medias verdades, le ha quitado del panorama
psíquico la posibilidad de vivir de la tierra y de la riqueza producto del
campo. Desde pequeños se les induce a los niños a la profesionalización
universitaria, pero no a la conversión del agro en riquezas. Gracias a esta
idea incubada por décadas, tenemos esta vergonzosa realidad de escasez y
exportación nefasta y bochornosa. Nuestros políticos se jactan con total
desvergüenza de utilizar el dinero de la renta petrolera en la compra de
alimentos que muy bien podríamos haber producido aquí. No es reflexión de
comeflor: cuando uno dice que el problema es educativo, pues, es porque las
consecuencias afloran. Mientras el mundo avanza hacia la búsqueda de fuentes
alternativas de energía, aquí seguimos con el bonche del petróleo, con el
milagro azaroso de extraer y comprar.
Ahora bien, avizorando estos
detalles, ¿qué podemos hacer? Una reforma educativa en todo nivel que cambie
prejuicios por actitudes consecuentes con nuestra realidad. Que quienes
conducen la lucha política tomen en cuenta este problema básico, primario,
fundamental, para llevar a cabo tal reforma. Que desde el hogar se incentive el
conocimiento del país, y desde allí se produzca un cambio de mentalidad.
Esta entrevista es una
reflexión necesaria http://www.youtube.com/watch?v=MIOfw1ccwT