Así mismo como se lee, ahora
hasta el cupo de sus madres se los están raspando, en este país de lo gratuito
y lo subsidiado (y de lo desaparecido e impagable), pobres y ricos por igual se
desmadran en la lucha carnal por comprar o vender divisas extranjeras para
sacarle provecho de una u otra forma y, como es de esperarse en Venezuela, para
todo lo que es tan escaso y demandado debe haber un exceso de control y
restricción hasta en lo más mínimo y, para el caso de la adquisición de
divisas, existe por supuesto el que ha sido embudo estrella por más de una
década: CADIVI.
En Venezuela, el aldeano
promedio que desee adquirir divisas debe consignar al menos 3 carpetas de 14
páginas foliadas cada una con distintos requisitos y especificaciones además de
hacer una solicitud online en el sitio web de CADIVI y obtener una cita en el
banco para la entrega de dichas carpetas.
En un país normal el ciudadano
promedio puede ir a un banco o casa de cambio para cambiar su moneda por divisa
extranjera en la cantidad que éste desee y a la tasa de cambio (precio) que
establezca el mercado (oferta y demanda) e, incluso, puede usar sus tarjetas de
crédito o débito en el exterior sin mayor restricción que la necesidad de un
punto de venta o cajero automático que acepte visa, master, american, etc.
Parece una locura pero así
funciona el mundo moderno, especialmente porque resulta ser que en los países
modernos la inflación no supera el 10% anual y, en la mayoría de los casos, el
3%.
¿Cómo influye la inflación en la intención de adquirir divisas?
Sí los precios de bienes y
servicios se mantienen estables y tu poder adquisitivo no se reduce
continuamente, tienes la posibilidad de ahorrar en tu propia moneda colocada en
cualquier banco nacional porque, lo que quieras comprar hoy, podrías comprarlo
el año que viene casi al mismo precio o, incluso, más económico.
Si en cambio vives en un país
con alta inflación sucede todo lo contrario y ya no puedes ahorrar para comprar
cosas en el futuro pues tu dinero ahorrado hoy no podrá comprar lo mismo
después. Así que lo gastas todo para prevenir aumentos súbitos de precio o lo
intentas invertir de manera tal que el valor de tu trabajo no se deprecie.
Los ricos y la poca clase
media en Venezuela intentaba ahorrar invirtiendo en pequeños negocios o
empresas, comprando bienes inmuebles, automóviles, acciones en la bolsa, oro y
hasta electrodomésticos. Cualquier cosa que luego pudiera venderse a un precio justo
ajustado por la inflación. Ya sabemos cómo terminó todo esto gracias a los
controles:
Los inmuebles tienen precios
impagables, es casi imposible y nada rentable alquilarlos, no se consiguen
automóviles, tampoco electrodomésticos y abrir un negocio o empresa nueva es
una verdadera Odisea de Homero pero sin la parte en que se recibe ayuda de
dioses griegos.
Entonces, ¿a dónde van los venezolanos para proteger el fruto de sus horas de trabajo?
¡A LOS DÓLARES!
Dólares para unos, dolores para
otros. Es la única manera en que los ricos ahorran de manera segura pues saben
que, lo que compran con dólares hoy, lo podrán hacer mañana, pasado mañana y el
año que sigue (¿se entiende?).
Esta demanda de dólares es
permanente y ha ido creciendo pues los ricos ya no tienen otra manera para
ahorrar y, como el cupo anual de 3000 $ no los satisface, van al mercado negro
que cada vez tiene más suscriptores gracias a que CADIVI entrega cada vez menos
dólares para importaciones.
Obviamente el dólar escaso y
bastante solicitado en el mercado paralelo ha ido subiendo a las nubes mientras
que el gobierno mantiene irresponsablemente un control de cambio con el dólar a
varias tasas exageradamente baratas.
Esta distorsión generada por
el control cambiario y a raíz de equivocadas políticas económicas desde el
gobierno central y su secuestrada entidad monetaria (BCV) ha dado origen a lo
que popularmente se conoce como: los RASPACUPOS.
Estas simpáticas criaturas de
Dios nacen como respuesta a un incentivo natural y bastante humano que se
conoce como "Egoísmo", sin embargo, el hecho de que estas personas
con mucho interés propio tengan un sexto sentido para la supervivencia no
significa que se les deba juzgar o descalificar sino todo lo contrario, han
visto la oportunidad de hacer ganancias gracias a una distorsión económica
presente, esta es una actitud evolucionada del ser racionalmente económico que
lucha por sobrevivir en un ambiente con condiciones muy adversas donde los
empleos y oficios honorables ya no generan un salario que se corresponda al
esfuerzo ejercido y con el que ni siquiera se puede mantener un nivel de vida
medianamente aceptable.
Aunque el mismo razonamiento
puede usarse para las actividades criminales, es necesario destacar que en la
mayoría de los casos los raspacupos se mantienen dentro de lo legal y además se
legitiman a sí mismos con ideas y acciones tan fundamentales como la lucha por
las libertades civiles y económicas, derogamiento de cualquier restricción de
éstas y la exigencia de un ambiente favorable para la inversión, el ahorro y el
empleo.
¿Son inmorales, ilegales o poco éticos los raspacupos?
Aunque existen muchos puntos
de vista y muchos tipos de raspacupos, hay un límite que claramente establece
qué es legal y qué no, más lo legal no necesariamente es lo correcto ni
viceversa. Criticar el instinto humano de sobrevivir económicamente gracias al
aprovechamiento de un "cupo" es un acto atrevido y pendenciero pero
no se puede juzgar tampoco a quienes lo hagan pues muchos no tienen culpa de su
propia desinformación o su mal influenciada opinión política al respecto
gracias al severo control de masas que ejerce el gobierno en muchos niveles
mediante fuerte propaganda.
Tampoco se puede criticar al
gobierno, lamentablemente hasta cierto punto, pues él mismo está formado por
seres humanos tan racionales e instintivos como el resto y, también por interés
propio, busca la manera de sobrevivir políticamente las distintas y numerosas
adversidades que se le presenta por haber tomado equivocadas decisiones en
materia económica en el pasado, de esta manera, su única opción o la menos
grave de todas es la de mantener esta restricción anormal al acceso de divisas
sosteniendo una tasa de cambio muy subsidiada y atractiva para cualquier ser
humano consciente.
¿Entonces es culpa del huevo o de la gallina?
La respuesta viene fácil si se
coloca todo en una línea de tiempo: el exceso de control a las divisas para el
ciudadano común viene a raíz del aumento insostenible de la cantidad de gente
solicitando los cupos a los que legalmente tiene permitido hacerlo, esto ocurre
por lo atractivo que es gracias a la enorme diferencia entre el valor oficial y
paralelo de la divisa o lo barata que resulta parecer por esta comparación,
además del aumento de poseedores de tarjeta de crédito (requisito para el cupo
viajero de 3000 $) como consecuencia del crecimiento desproporcionado de la
banca nacional gracias al aumento irresponsable y desmedido de la liquidez
monetaria altamente inflacionaria por parte del banco central que financia el
déficit en el presupuesto nacional al gobierno que no puede evitar aumentar su
gasto público para mantener la falsa sensación de crecimiento económico;
también se incrementó el número de beneficiados por remesas al exterior,
estudiantes en el extranjero y repentinos padres preocupados por la manutención
que pagan a sus hijos fuera del país.
De todo esto se hizo un
negocio hasta el punto en que llegó a ser públicamente una burla para el
sistema restrictivo y subsidiado en el que viven los venezolanos. Pero no
siempre fue así, el control de cambio existe desde el 2002, lo que cambió ahora
es que hay muchos menos dólares y muchos más bolívares, esto hace que el
sistema restrictivo se haga insostenible. Lo que en primer momento significó un
control temporal para evitar la fuga de capitales especulativos no logró sus
objetivos y se mantuvo viciosamente en el complejo sistema y modo de vida de
los venezolanos hasta el punto en que se ha distorsionado tanto la economía que
es imposible generar en el corto o mediano plazo la confianza que se necesita
para remover tan dañina restricción, mucho menos la voluntad política ni la
disciplina necesaria para revertir tantas distorsiones.
Los raspacupos no existirían
de no existir los cupos, el mercado paralelo no existiría si todo el que
quisiera adquirir divisas pudiera obtenerlas pagando su valor real. Es tan
sencillo como esto. No se puede criticar al raspacupo pero tampoco se puede
defender el cupo. Es necesario un nivel de consciencia que permita entender que
no es normal ni sostenible que tanto pobres como ricos puedan tener vacaciones
costosas totalmente gratuitas. Es un oxímoron. No es un premio, no es una
compensación, no es un derecho. El cupo es simple y llanamente un subsidio
insostenible del que cualquiera sacará provecho siempre que pueda.