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Al llegar la mañana mucha gente se pregunta "Cuándo será que las cosas cambien”
y así pasan los días anhelando que otra vez no sea igual, queriendo que al cerebro se le ocurra algún plan para escapar de esa cárcel que llamamos rutina que nos mantiene presos del miedo y la necesidad, queriendo tener la fuerza necesaria para romper el gran muro de la estupidez, esa estupidez rutinaria que adormece los sentidos…

Y así anda la gente en Caracas, en Venezuela, haciendo muchas cosas y nada al mismo tiempo, trabajando mucho para ganar poco, cuidando lo poco que se tiene para que otro no te lo arrebate, contando el dinero que no se tiene aún, y soñando tener cosas que son impagables. Ya parece difícil imaginar cómo serían las cosas si al menos algo cambiara, y es difícil porque el hábito de la rutina se hizo costumbre… pareciera que viviera la gente en un largo sueño y que solo a veces logran medio despertar, para luego dormir nuevamente.

Rubén Briceño 

En twitter: @elgenio77