Cuando uno conversa con cualquier venezolano sobre
el tema de la misión vivienda y se hace una reflexión sobre el tema, conclusión
casi fija es: ¡Estoy de acuerdo con esa política! Sin embargo, como todas las
cosas de los mortales, esta política tiene sus aristas, sus bondades y sus
defectos y hacer un análisis de una iniciativa estatal como ésta, implica hacer
un recorrido en tres áreas específicas; las cuales deben ser, en primer lugar,
lo relacionado con las estadísticas y los costos (planificación), que nos
ubicaría de inmediato en el análisis de la eficiencia de esta política; en
segundo lugar, lo relacionado con el impacto social que tiene este plan, lo que
nos remitiría al tema del cambio social que puede generarse desde el Estado; y
en tercer lugar, lo relacionado con lo político, lo que nos remite al tema de
la aceptación y la credibilidad del gobierno (Nótese que hago una
diferenciación entre Estado y gobierno).
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Ciudad Caribia |
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Vayamos al asunto de los números y las estadísticas
para ver el tema de la eficacia y la eficiencia, podemos empezar diciendo que
esta política de estado tiene una falla de origen, debido a que las
proyecciones, los cronogramas de obra, los planes y proyectos etc. Fueron
ideados sin tomar en cuenta, las realidades concretas, teniendo entonces obras,
que formalmente tardarían un año, siendo prometidas para seis meses; lo que nos
lleva a la falla primordial de esta
política: los recursos, se pretende
entonces avasallar las capacidades instaladas en el país, creando una crisis en
el sector construcción, al punto que es
imposible para un ciudadano cualquiera, acceder a cabillas o cemento, por
ejemplo. Esto dicho en cifras se vería de la siguiente manera: del 100% de las
obras prometidas, el 30% nunca son iniciadas, del 70% restante, el 30% tienen
un retraso o están detenidas por falta de insumos y materiales; y finalmente el
40% que sobrevive, tienen una fuerte presión porque los contratistas deben
invertir gran parte de los recursos a la importación de hasta el más mínimo
detalle de la obra; lo que nos lleva al problema principal del Estado y de los
contratistas: el costo, pues esta tendencia de importar todo ha encarecido
todas las construcciones y las cifras contratadas no coinciden con los niveles de costo
presupuestados, teniendo un gran desfase en el análisis de financiero, pues, si
en el año 2012 el costo para el estado de un apartamento de la misión vivienda
era de 350.000 BsF., en el 2013 es de casi 1.500.000 BsF.*. Este breve análisis
nos da una conclusión simple; el impulso desmedido que el estado dio a esta
política, vició el proceso y colocó en la zona negativa del balance a esta
política. [(*)
CIFRA DE COSTO DE CONSTRUCCIÓN PARA UN APARTAMENTO DE 75 MTS2 CON ACABADOS PARA UNA VIVIENDA DE INTERÉS
SOCIAL.]
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El segundo aspecto, tiene que ver con el impacto
social que esta política está generando. Acá es donde la opinión es dividida,
pues desde el punto de vista de la mejora en la calidad de vida de los
beneficiarios, indudablemente el impacto es positivo, sin embargo, no solo se
trata de los beneficiarios, sino de la disminución de la ocupación de la zonas
de riesgo, donde originalmente estaban estos beneficiarios (que no es tal), de
la desocupación de los “refugios”, espacios donde los que aspiran este beneficio
purga una condena, se trata también del seguimiento que se hace del beneficio
otorgado y de la educación para la convivencia en los nuevos espacios y para la
conservación de estas estructuras -Muchas de ellas construidas con tecnologías
no tradicionales y que requieren de un
tratamiento diferente-. En este sentido, no se están generando cambios, porque
estos nuevos espacios urbanos son convertidos en barrios verticales -con todas
las características de estos- donde el estado se asume el rol del conserje y
donde las comunidades se sienten estafadas al chocar con una realidad mucho más
dura que cuando estaban el barrio, debido a que el deterioro de estas
estructuras ocurre aceleradamente, producto del abuso a las que son sometidas
(ascensores inservibles, pasillos y escaleras sin luz, problemas de aguas
servidas y de suministro de aguas claras) esto genera una carga imposible de
llevar por cualquier institución.
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El tercer aspecto es el político, de donde se
desprende que el manejo que el gobierno ha hecho de esta política de Estado ha
sido positiva para el partido de gobierno, pues han generado un clientelismo
desmedido, atrapando con esa red a ese
sector desposeído que no tienen posibilidad de acceder a una vivienda digna y
con esta misma fórmula han permeado a toda la capa media de la sociedad, sin
embargo, los clientes también se cansan de esperar, los refugiados se cansan de
vivir hacinados y los adjudicados se cansan de sentirse estafados cuando se le
entregan casa y apartamentos con tecnologías constructivas que desconocen (Ojo,
esto solo es negativo porque el estado no ha educado a los adjudicatarios). A
pesar del éxito que estas políticas ha tenido y tienen, existe un germen de
descontento que terminará por desmoronar estas pretensiones del partido de
gobierno, como ya ha venido pasando, un
ejemplo está, en el aumento de la votación de la oposición en los
centros ubicados en estos urbanismos,
los cacerolazos escuchados en el urbanismo “Cacique Tiuna”, entre otras
cosas.
Al final de esta reflexión la pregunta es: una
política de vivienda como esta ¿para qué? Es evidente que los resultados no son
nada positivos; ni siquiera para el partido de gobierno; la única posibilidad
es realizar una reingeniería de esta política social, donde se apuntale la
capacidad del sector construcción, se eduque a la población para la aceptación
de la nuevas tecnologías constructivas, se realice una labor de seguimiento al
desarrollo socio-cultural de estos urbanismos y donde sobre todo se apliquen
elementos de la planificación y se ejecute una
dirección eficiente solo de esta
forma tendremos una GRAN MISION DE VIVIENDA en Venezuela.
Oscar
Salazar