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En psicología se conoce como desesperanza aprendida la creencia o convicción de que una persona no es capaz de modificar su entorno ni de solucionar problemas. La desesperanza aprendida, es, más que una realidad, una percepción de la realidad en la que la falta de motivación se hace patente. Esto es, grosso modo, la ventana a lo que se conoce como depresión. El abatimiento, la tristeza, la pérdida de toda proyección a corto, mediano y largo plazo de cualquier empresa siempre están presentes en una depresión.

No es un secreto para nadie la enorme desmotivación que produce en mucha gente el panorama político venezolano. Desconfianza, apatía, malestar de toda índole, entre muchas otras palabras que se le pueden adjudicar al contexto social, son «síntomas» como consecuencia de nuestra crisis. No falta quien quiera claudicar, no falta quien opte por el pesimismo, no falta quien prefiera tirar la toalla y no falta quien, desde una trinchera anónima, induzca a otros al desánimo y al descontento, haciendo de toda esta situación un círculo vicioso.
Nuestros problemas sociales son de vieja data: la corrupción, la exclusión, la delincuencia y la impunidad se vienen arrastrando desde hace décadas. Esto, sumado a derrotas electorales, conlleva a la desesperanza mencionada anteriormente, haciendo que toda salida sea percibida como imposible. Muchos creen que es más fácil dejar que todo pase y esperar que sean otros los que hagan el trabajo que el país necesita para lograr un cambio social positivo.

¿Qué hacer entonces?

 ¿Hay salidas a esta situación sociopolítica o no las hay?


Sí las hay y nuestra historia lo ha demostrado muchas veces. Hay salidas siempre y cuando éstas estén ancladas en la realidad. Hay salidas a la desesperanza aprendida, al abatimiento y al desánimo siempre y cuando sepamos que hay opciones, y la principal opción es la organización. La organización social, la formación de redes de colaboración e interacción que generen actitudes y acciones positivas, de cambio y de transformación. Hay salidas siempre que veamos en esta crisis una oportunidad para cambiar, y el primer cambio tiene que ser en nosotros: comprender nuestra realidad, revisar nuestras creencias y comparar lo que creemos con lo que percibimos es una tarea pendiente. La organización nos lleva a la acción en conjunto. Comenzar por organizarse con el vecino, el amigo o el compañero de trabajo. En fábricas, universidades y en la calle. ¿El objetivo? Trasformar el país. Cambiar su rumbo.

La desesperanza aprendida es una creencia: salir de ella lleva tiempo, esfuerzo, dedicación. Comenzar por lo más importante, la organización, nos llevará a otros retos más grandes, y lo más importante, nos ayudará a comenzar a ver la luz al final del túnel. Queda de parte de uno salir de él o quedar a mitad de camino.

http://bravapalabra.blogspot.com/search/label/Jordan%20Rengifo La salida a la desesperanza aprendida eres tú. 

Jordán Rengifo

En twitter: @Jordan_SRG