En
estos últimos tiempos hemos visto partir a grandes personas de la vida pública.
Unos muy grandes como nuestro querido Tío Simón Díaz, ex presidentes de la
talla de Jaime Lusinchi y mujeres representantes de la belleza nacional como lo
fue, Mónica Spears.
Igualmente
hemos visto partir a familiares y conocidos que por una razón natural o por
motivos de la extinta seguridad nacional nos ha tocado decirles adiós. Un adiós
lleno de nostalgia y resignación porque se han ido al reino de Dios.
Pero,
también nos ha tocado despedir a grandes amigos y conocidos. Estos que se han
ido en la búsqueda de un futuro mejor. Esos que han partido a otras naciones en
la pesquisa de la tan necesitada seguridad, el futuro que muchos hemos soñado y
esa supervivencia que todos merecemos.
He
ahí la razón de estas líneas. Es que acaso el futuro cercano de mi país es
acostumbrarnos a despedir a nuestros seres queridos porque ya no ven futuro en
la tierra que los vio nacer, porque son perseguidos políticos por el
simple hecho de pensar diferente o, aquellos que no aguantan más la inseguridad
y la incertidumbre y, en la búsqueda de conseguir una estadía llena de Paz,
Bienestar y Progreso emigran llenos de tristeza de su país.
Esas
personas que hoy son repudiadas por el señor Nicolás Maduro, tildándolas de
apátridas y amenazando a todo aquel que busque salir del país o lo haya hecho
con que no podrá pensar más en volver a su patria por un simple capricho suyo.
Ya
es hora de darle un parado a esta situación llena de incertidumbre y
desasosiego. Ya basta de despedir a hermanos venezolanos, de despedir a los
mejores amigos, de ver gente partir y que la decisión de volver tienda de un
hilo gracias a la crítica situación del país y las excéntricas políticas
públicas implementadas por el gobierno nacional. Venezolanos que lo que buscan
es algo que en su país pueden obtener: una supervivencia alejada de esta mal
llamada guerra económica y psicológica que solo consiste en su incompetencia
para mejorar.
Es
momento de despertar y ver que los hijos de nuestra patria son para cuidarlos y
mantenerlos. Es hora de dejar claro algo que parece olvidarse y no podemos
permitir: Un verdadero gobernante debe alejar sus sentimientos de su cargo y
tomar las decisiones a través de la razón y en pro de la dignidad de la persona
humana. Además, deberá comprender que más allá de los resultados de una
contienda electoral su mandato es para todos por igual.
Es
por esto que es injusto e inhumano que un señor que ejerce un cargo público
repudie oficialmente a los venezolanos que hoy en día, por la crítica situación
del país, se encuentran en el exterior y, además de eso, los amenace con no
permitirles volver.
Debemos
dejarle claro a los gobernantes de hoy en día que ni los ciudadanos ni el
territorio les pertenecen y que el ejercer un cargo público no les otorga la
potestad para rechazar a ningún venezolano que en la lucha por un futuro mejor
haya salido del país con el sueño de cuando la situación mejore poder regresar
a su querida, Venezuela.
Dejemos
de ser esa Venezuela que protagoniza despedidas. Pasemos la página que durante
tantos años ha tenido como contexto despedir a nuestros seres queridos, ya sea
en una funeraria o con un boleto de avión en la mano. Trabajemos en pro de
Venezuela. Mantengámosla y derrotemos su tiempo de crisis con resistencia y
perseverancia. Como se dijo tantas veces: “El que persevera, vence”, entonces
enfoquémonos en hacer vencer a Venezuela.