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Venezuela llegó a diciembre 2016 fracturada socialmente, luego que se comprobara por la vía de los hechos la eliminación de las competencias constitucionales de la Asamblea Nacional y que la prometida “Salida Pacífica, Democrática y Electoral” no existió nunca, y no existió porque se simuló la propuesta de cambio -Referéndum Revocatorio- y la lucha en sí misma con el objetivo de mantener a la ciudadanía en calma ante el abuso de poder y violación de derechos sociales y humanos de la dictadura chavista.

La fractura social se consolida por la nueva avanzada económica de la dictadura chavista para tener el control de la sociedad al boicotear el gasto individual de los ciudadanos, generar caos, histeria colectiva y presentarse como el estado fuerte y necesario para que haya orden -represión policial y militar- y la gente pueda tener acceso a los alimentos gracias a su programa CLAP. El plan perfecto, ocasionaron el caos para que el ciudadano clamara por la intervención del estado para aplacar la situación y ser el salvador ante las consecuencias.

Los impactos de la avanzada económica no son medibles, miles de personas perdieron dinero, con la ola de saqueos cientos perdieron su negocio y esfuerzos de toda la vida, 9 fallecidos en las revueltas; el miedo, la incertidumbre y la desesperanza aumentaron. La ciudad más golpeada -hoy arrasada comercialmente- es Ciudad Bolívar en el Estado Bolívar.
Esta ola de saqueos no puede interpretarse como la mera desesperación por la ausencia de dinero aunada a la escasez, grupos delictivos organizados aprovecharon el caos para actuar, y fue la ciudadanía, los comerciantes los que llevaron la peor parte.

Previa, durante y luego de los sucesos la dirigencia política opositora agrupada en el macro partido Mesa de la Unidad Democrática y las televisoras nacionales abiertas guardaron silencio, no hubo información masiva ni orientación a la ciudadanía; el sentimiento de abandono de la población crece. Como consecuencia del acumulado político-económico, y el porrazo de los últimos acontecimientos, la base social está en un proceso acelerado de ruptura con la dirigencia política. Una buena parte los oficialistas tradicionales están indignados con los líderes del PSUV y con el presidente Maduro, solicitan el cambio de gobierno inmediato; en los opositores tradicionales, que siempre hemos pugnado por el cambio en el poder ejecutivo, crece la indignación con la dirigencia de la MUD, la no conducción asertiva del sentimiento de cambio se concibe como abandono e incapacidad, aunado la percepción de traición por los resultados del diálogo oficialismo-oposición que trajo como resultado la consolidación de la dictadura y esta avanzada de abuso de poder y control social.

La dirigencia y representatividad política en Venezuela están en crisis, la ciudadanía no tiene reflejo ni interlocución en la clase dirigente, no hay orientación para que actuemos en medio de la violación masiva de derechos sociales y humanos; mucho menos conducción de la exigencia de cambio. Sabemos que la dictadura seguirá en su plan y que en la MUD no habrá corrección política.

Continuar la polémica de micrófonos, continuar las negociaciones políticas que solo estabilizan a la dictadura, continuar con la política de factores de poder internacionales que no les interesa un cambio de rumbo en Venezuela, continuar el silencio de las televisoras nacionales, continuar las propuestas de mecanismos de cambio -que no son factibles- solo para generar “Esperanza” y calmar la hostilidad social producto del caos inducido; todo esto es continuar con el deterioro de las condiciones de vida del venezolano, es agravar por acción y omisión el ya desastroso estado en que se encuentra Venezuela, es continuar el caos.

En el primer trimestre de 2016 entendimos todo esto, ya en abril lo estábamos denunciando pública y enérgicamente; nuestras palabras no fueron escuchadas por la clase dirigente ni por factores internacionales; destacando, que, no solo nos quedamos en la denuncia política y la crítica estratégica, presentamos una visión estratégica para el cambio en Venezuela, la Ecuación del Cambio.

La Ecuación del Cambio consistía en un sistema para organizar la protesta social y darle causa como exigencia política, su método y finalidad fue hacer protesta organizada, pacífica e irreductible para lograr la dimisión del poder ejecutivo para convocar elecciones adelantadas según lo dictado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Esto cambiará el 10 de enero de 2017, según nuestra Constitución, luego de esa fecha la vacante absoluta de la presidencia es asumida por el vicepresidente en ejercicio para culminar el período presidencial; es decir, no es posible la celebración de elecciones presidenciales adelantadas a menos que hubiera una reforma constitucional.

Entraremos a 2017 a una realidad económica aún más severas que las que vivimos en 2016; entraremos a una realidad social más conflictiva que la que vivimos en 2016; y, la realidad política y perspectivas de cambio también serán otras por la imposibilidad de elecciones adelantadas y la deslegitimación de la dirigencia política. Este cúmulo de nuevas realidades obligan a una nueva estrategia política y a una nueva conducta del ciudadano que exige cambios; nuestra visión del cambio no varía, solo mediante la presión social organizada y pacífica se puede alcanzar la dimisión de Nicolás Maduro, con el indispensable apoyo y vigilancia y presión de organismos internacionales y de gobiernos extranjeros para que la dictadura chavista se vea incapacitada de reprimir masiva y cruelmente las protestas.

Por nuestra parte, estamos dispuestos y decididos a contribuir con todos nuestros esfuerzos y capacidades para cambiar el rumbo político, económico y social de Venezuela, pero solos no podemos.