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Entre todos construimos el caos que vivimos, la principal responsabilidad es ineludible para el gobierno y sus funcionarios, que acumulando corrupción, desinstitucionalización e ineficiencias desbordadas, entre muchas otras características que los alejan de su propio discurso, lograron traernos a una crisis económica y humanitaria, que solo vivimos en esta configuración, dentro de nuestras fronteras. Pero, entre quienes criticamos o adversamos la gestión de gobierno y los que simplemente nunca quisieron meterse en política, permitimos que, de una u otra forma, Venezuela empezara a resaltar más que: por sus mujeres bellas, música y logros científicos; por sus corruptos, delincuentes y hay que decirlo, también por sus pendejos (quienes aguardan en silencio).  

Sin embargo, estas líneas no son para los corruptos, ineficientes, delincuentes, ni pendejos. Estas líneas son para los venezolanos que queremos que esto cambie definitivamente, esos a los que, no solo nos basta con ir a votar, los que día a día, invertimos tiempo, esfuerzo y recursos, pero que, a pesar de tener las mejores intenciones  y estar muy orgullosos de lo que hacemos, tampoco estamos haciendo las cosas del todo bien, tenemos una idea, pero no hemos sabido materializarla. Por una parte están quienes, aun hoy creen que el discurso político es dañino para la sociedad y sólo acompañan campañas electorales y actividades «pacíficas», a ellos hay que decirles, que no es lo mismo discurso político que discurso partidista, que las actividades o protestas pacíficas no significan dejar de hacer y que entre elecciones y elecciones hay un inmenso abanico de participación popular que asumir; también, están los militantes de partidos políticos, quienes redujeron su autonomía de discurso y algunas veces hasta de pensamiento, acatando líneas políticas y evitando salirse del marco de las acciones permitidas: si no es unitario no es bueno, si no es del color del partido tampoco, si esta fuera del partido tiene que estar dentro; y finalmente estamos quienes intentamos construir movimientos autónomos, pero que, también estamos entrampados por no saber reconocer la diferencia entre un movimiento y un partido, que nos sentamos a esperar a que alguien nos diga que debemos hacer, que nos hemos limitado a  tener una postura firme, pero en el marco de la unidad para no herir susceptibilidades. Pero todos, absolutamente todos, tenemos que entender que, ya no basta con escribir un discurso que nos defina, hemos evolucionado como sociedad y ahora son las acciones más que las palabras las que nos identifican y definen: somos y seremos lo que hacemos, quien haga más definirá el destino de los demás, por eso es que en Venezuela están resaltando, los malandros, el hambre y la corrupción. 

Ahora bien, tampoco se escriben estas líneas con la intención de hacer prevalecer una autocritica, enmarcada en una de las peores crisis de nuestra nación. La intención de estas palabras, es que podamos definir con criterio propio y autónomo ¿Qué necesita Venezuela? Una pregunta que tienen una respuesta automática y que todos hemos resumido acertadamente en una sola palabra “CAMBIO”, pero ¿Cómo se construye el cambio? Ahora ya, las respuestas pueden empezar a variar un poco, pero también se hay una tendencia que las unifica: “el cambio sólo lo podemos construir cuando cambiemos de gobierno” lo que nos conduce a hacernos la tercera pregunta importante ¿Cómo cambiamos el gobierno? Y afortunadamente o lamentablemente, hay conjunto de respuestas que pudieran definir nuestro marco de acciones, sin embargo, como cada grupo tiene su propia respuesta a esta pregunta (incluso el propio gobierno) intentamos convencernos los unos a los otros con palabras: debe ser el revocatorio y hasta hay militantes de partido recogiendo firmas; debe ser por enmienda constitucional, pero en la Asamblea Nacional sólo hay una propuesta de enmienda que se limita a acortar el periodo presidencial y a eliminar la reelección indefinida; deben ser todas las opciones constitucionales al mismo tiempo, pero pareciera que el tiempo no termina de llegar porque aun no se activan las opciones constitucionales; y mientras tanto, el pueblo se mantiene sobreviviendo, esperando y acostumbrándose: al hambre, a la delincuencia, a la impunidad y a la austeridad, pero acostumbrándose, es decir, olvidándose del cambio. Y la verdad es, que el cambio, no se decreta con palabras y en la constitución lo que sobra y algunas veces falta, es precisamente “palabras” y a pesar que, la constitución si es nuestra carta de navegación, allí sólo encontraremos palabras, pero el cambio, el de verdad, sólo lo conquistaremos con acciones, por lo qué, nada hacemos esperando, esperar, se puede mal interpretar y el gobierno en efecto lo interpreta, como que estuviéramos guardando silencio, como que nos hiciéramos cómplices o peor aún como que fuéramos pendejos. 

Solo podemos tener unidad con el pueblo mediante acciones que se construyan desde la gente, desde el activismo político,  debemos construir el cambio de verdad, con acciones de protesta que se sostengan en el tiempo y que se unifiquen con las protestas que ya existen, pero que están silenciadas. Debemos dotar de una identidad a la lucha, una identidad propia y autónoma, pero de lucha, no podemos arroparnos en las identidades que existen, porque el pueblo tiene y debe tener su propia identidad, combativa en defensa de los mejores valores de nuestra venezolanidad. Debemos identificar nuestras demandas comunes, comunicarlas y exigirlas, son nuestras demandas el impulso de la lucha y permitirán que la lucha la asuman cada vez más activistas que se identifiquen en ellas. Es decir, Venezuela necesita activismo político, necesita que nos organicemos, que nos defina lo que hacemos, que nuestro repertorio de acciones, sean protestas que desafíen al estado. 

Finalmente, cuando respondas estas últimas preguntas, intenta hacerlo con la sinceridad que solo tus pensamientos te pueden brindar ¿Cómo quieres que te reconozcan tus hijos? ¿Cómo quieres que te reconozca la historia? ¿Saliste del país para guardar silencio? ¿Todavía crees que si no te metes en política la política no se va a meter contigo? ¿Cómo te define lo que estás haciendo? ¿Cuánto va a durar este silencio? Seas quien seas hoy, trata de no ser, ni el corrupto que está acabando con nuestro país, ni el ineficiente que lo permite, ni el malandro que esta fulminando la moral de nuestro pueblo y mucho menos el pendejo que sigue aguardando en silencio.  




Por Max Suarez D’Addario 

En twitter: @maxsuarezd