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Desde hace muchos años siempre leemos, escuchamos y vemos lo que supuestamente es nuestro país "al borde del abismo" realmente nunca hemos sentido verdadera amenaza como para creer que las cosas en realidad ya no dan para más, ni siquiera cuando desde niño ya muchos trabajábamos para ayudar con los gastos de la casa. 

Ahora muchos  años después, habiendo vivido más de una docena de elecciones que le dan validez a este gobierno a pesar que para muchos de nosotros sólo ha sido una burla, una estafa, un robo y un total despojo a nuestra dignidad, estamos aquí, quizás de nuevo, otra vez, "al  borde del abismo", pero esta vez la verdad es distinta, el gobierno no tiene la fuerza, ni el dinero, ni el apoyo con el cual solía ocultarle al mundo los atropellos y darse el lujo de gastarse algunos millardos en publicitar nuestra supuesta soberanía, anunciar alguna obra inconclusa, o simplemente repartir el dinero deliberadamente para callar las bocas de los más desalmados.

Hoy estuve en un mercal, el portero dice: "del 5 al 9", los números de  cédula que pueden ingresar, una vez adentro te dice: "de todo uno". El de todo uno es sólo un kilo de harina de maíz, uno azúcar, uno de leche y un litro de aceite, lo esencial que el hombre del siglo XXI necesita para sobrevivir y evitar caer en el consumismo marginal y despiadado del capitalismo, la excusa con la cual cada vez que pueden se apoderan de tus derechos.

Nunca antes había sentido que no valemos nada para el país, dispuestos a perderlo todo cada vez que salimos a la calle, al ver la desesperación en cada madre y padre en su lucha por llevar el sustento al hogar, convirtiéndonos en quienes no somos y sacando lo peor de cada uno, como seres sin moral ni valores, que al ver amenazada nuestra supervivencia y estabilidad, sacamos a relucir lo peor de nosotros. ¿Dónde está la utopía de vivir dignamente? ¿Dónde está el país que nos prometieron?.

Hace algunos años por allá en el 2000,  sentía que podía lograrlo todo, tener un carro, mi casa, establecer las bases de mi vida antes de los 30,  hoy después de 2 títulos universitarios, sin vicios, sin hijos y ahorrándolo todo como me es posible, apenas me alcanza para pagar los gastos básicos,  ganando "bien" con un salario que cubre 2.5 sueldos  mínimos y que aun así no tengo esperanza de que el futuro ideal que una vez quise para mí se vea materializado, esto no es más que una pequeña muestra de muchas, pues esta es la historia de tantos jóvenes venezolanos que sentimos que la semilla que se plantó en nuestra generación sencillamente se pudrió, no hay frutos para recoger. No daremos al país el aporte que estamos ansiosos por entregar.

Estamos en el país del ministerio para la suprema felicidad, de comandantes infinitos y de presidentes que llenan su discurso de paz, de candidatos que juran creer que el tiempo de dios es perfecto, pero olvidamos que cada minuto muere un venezolano violentamente y que nuestra guerra civil nunca decretada se lleva cada año entre 200 mil a 300 mil almas a quienes el tiempo de dios no les alcanzó, que la promesa del socialismo nunca se cumplió y que la patria quizás ya haya muerto con ellos.

Aunque tal vez nadie esté de acuerdo en lo que escribiré a continuación es una verdad que se puede leer entre las líneas del día a día, no veo un país próspero mientras sigamos malgastando nuestros recursos, tenemos que entender que de nada me sirve "raspar un cupo" para ganar algo si esta acción hará que mi moneda se devalué y que esa movida vista como inteligente en realidad lo que esta es restándole valor al dinero que tengo ahorrado, de nada sirve votar por un Diosdado porque me va a dar una casa o un trabajo, si escogiendo políticos honestos puedo conseguirlo por mí mismo sin deberle el favor a nadie, de nada me sirve tener petróleo si en los anaqueles no hay nada para comprar, no hay país próspero con gente corrupta e improductiva pero en esto se me puede ir la vida escribiendo líneas que la gente estúpida, floja,  ladrona y sin visión van a leer, esto lo escribo para quienes intentan superarse, quienes buscan en otros experiencias o sentimientos similares para saber que no están solos y que somos una mayoría que tenemos la responsabilidad de enseñarle a esa gente inculta y dañina, como es que el país debería funcionar, que no podemos decirle a nuestros hijos que se apañen a estos tiempos y sean como la gente que los rodea, sino más bien decirles que sean distintos y que hagan lo correcto sea cual sea el resultado, sin favoritismos, con la pretensión y el orgullo de un verdadero país mejor.

Venezuela ahora mismo no es un país de los venezolanos, es el país del chino, que viene con algunos dólares, monta una tienda al detal para revender la comida que nuestra supuesta  soberanía alimentaria nos debería garantizar, porque aquí al parecer no hay vendedores, es del iraní que vino con contrato en mano para hacer casas con la constructora de su país, porque aquí al parecer no hay albañiles, ni ingenieros preparados, es del cubano que vino aquí a vivir gratis en una casa del gobierno, a cobrar por un trabajo que puede hacer un venezolano y a llevarse lo que pueda para su mal pudiente país, todos ellos vinieron aquí a evadir impuestos, todos ellos no pasan las necesidades que un venezolano conoce. Somos extranjeros en nuestra propia tierra.

He vivido mucho tiempo pensando que con sólo ser honesto y sincero todo lo demás llegaría sólo, pero esto no es verdad, somos cómplices de las injusticias y no hacemos nada más que escondernos y quejarnos, escondernos y callarnos, muchas veces para salvaguardar nuestra integridad física, pero nos estamos desgastando poco a poco, injusticia tras injusticia, nuestra integridad moral nos pide  acción, demanda que le regresen eso que está allí, que no se ve pero que sabemos que nos han quitado, eso que nos deja pensando si pudieras haberlo hecho mejor pero que no lo hiciste por miedo, porque era arriesgado y que no es así como debería ser. No diré que es pero sabes a que me refiero porque eres una persona correcta.

Estamos al borde, no lo sé, aquí nadie puede asegurar que este juego ha llegado a su fin pero perdimos, todos perdimos, perdimos la oportunidad del mejor país posible, al malgastar todos los recursos que en el período de bonanza petrolera que no aprovechamos, las generaciones futuras ya no piensan en trabajo y  superación, sino pedir lo que supuestamente nos pertenece porque alguien de la 4ta nos lo quito aunque nunca hayamos hecho nada por ganarlo,  perdimos el respeto que teníamos hacia nuestros hermanos, perdimos la fe en una nación bendecida con frutos que nunca cultivo, admiramos lo bueno, nos gusta lo bueno, nos gusta disfrutar de lo bueno, pero no hacemos nada por merecerlo y mucho menos por producirlo aquí, estamos más interesados en exhibir los logros de otros que los nuestros y lo del país siempre es peor. Nos auto condenamos, somos pesimistas y ponemos una barrera que no existe, porque no hemos sufrido lo suficiente para entenderlo y esa es la única razón por la que toda esta tragedia quizás valga la pena, para que aprendamos a valorar esta tierra.


Por Mervin Díaz


En twitter: @MervinDL