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Nuestras ciudades, duermen con la puesta del sol y despiertan un poco antes del amanecer. Madruga quien trabaja, quien estudia, quien hace cola en los mercados; luego la noche obliga al refugio de toda la ciudad. Algo impensable en otros lugares del mundo, pero así estamos, buscando refugio entre las horas del día y de la noche.

Las actividades más esenciales en la cotidianidad humana, como lo son el trabajo, la formación, la convivencia, la recreación, podría resultar y en muchos casos sobran ya las estadísticas, en toda una carrera de supervivencia. Una especie de “Supremacía del más apto”, donde en este caso el “más apto” es el mejor armado, es el más corrupto y tramposo. Toda una anormalidad apoderada de nuestra realidad.

¡Que se salve quien pueda!, y mientras pueda. Y se me ocurre pensar en los maestros de sueldos miserables que realizan una titánica labor aún en medio de infinidad de adversidades. Del médico en hospitales de pésimas condiciones y de casi inexistentes insumos. Del obrero de sueldo mínimo que antes de llegar la quincena, posiblemente ya la deba íntegramente, porque antes que nada su sueldo es mínimo. Pienso en la madre que aguanta horas bajo el sol en busca de comida y pañales para su hijo. Pienso en el joven profesional, sin oportunidades y de aspiraciones inalcanzables. Pienso incluso, en los policías, aquellos que piden “pa’ los frescos”, que también los mata el hampa, que también los asfixia el alto costo de la vida. Todos somos sobrevivientes.
Por sobrevivir a este desastre, el desempleado bachaquea, charlea en el transporte público, me refiero a quién lo hace por necesidad, que sin duda los hay. Por sobrevivir, una estampida de jóvenes están cruzando nuestras fronteras. Este país que nos ofrece la clase política, es inaceptable, no es normal ni es vida lo que vivimos. Aceptarlo como forma de vida, sería la manera más mediocre de morir.

Hay una manera de salvarnos. De sobrevivir, de cambiar esta realidad. No es otra que negarnos a este presente que nos imponen, de rebelarnos por un futuro que nos depare grandes cosas como nación. Organización, mucha organización para dar las luchas que a la brevedad tendremos en el menú del día. Porque la vida se nos va intentando sobrevivir, y además con grandes facilidades para fracasar en el intento.



 



Por Esteban Ojeda

En Twitter: @CamaradaEsteban