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Realmente felicito a los artistas, deportistas y empresarios venezolanos que están poniendo de su dinero y su perfil público para ayudar con alimentos y medicinas, incluso con ropa y juguetes, a los venezolanos más golpeados por la situación actual. Más bien parecieran que son pocos, porque son muchos los venezolanos con fama y dinero que pudiendo apoyar y levantar su voz no lo hacen por la “neutralidad” del arte y el deporte, para mí su neutralidad es indignidad. Y si el problema es que los que apoyan estas causas o las asumen por sí mismos buscan publicidad, yo no tengo problemas con eso, yo ayudo como puedo sin sacarme las fotos, pero quien quiera publicitarse es su derecho; tanto es así, que en otros países esta clase de acciones generan reducción en los impuestos. Nada de eso está mal, vamos a dejarlo claro y a hablar serios.

Pero, y allí viene el pero, el tema no es la buena voluntad ni las ganas de ayudar de estos compatriotas, a quienes aplaudo, no. El problema de fondo es que Venezuela está sumergida en un caos social y económico que pareciera no tener fin, y es absurdo pensar que con estas obras benéficas se ataca el problema de raíz, y aunque fuesen masivas las donaciones no cubrirían ni el 10% del drama humano que atravesamos. Lo real es que necesitamos solucionar el problema, problema que fue inducido por los gobernantes actuales y no se iniciarán soluciones mientras no haya cambio de gobierno.

Me preocupa enormemente que desde la clase política se pida, y hasta se “exige”, al gobierno que abra un canal humanitario (cosa que no queda bien definida). Entiendo que el canal humanitario sería que el gobierno permita la importación masiva de alimentos y medicinas donados sin cumplir requisitos legales, aduanales, ni requisitos sanitarios, y que los mismos serían distribuidos por quien los importe.



*Si estoy equivocado que alguno de los proponentes me lo aclare, por favor*.






Entonces, cuando veo que se solicita al gobierno aceptar ayuda es al mismo tiempo la aceptación de la no solución de la crisis, porque entiendo el canal humanitario como un paliativo mientras se soluciona; es decir, cambiamos de gobierno y mientras se estabiliza la economía solventamos casos puntuales a través del canal humanitario. Ahora, si de lo que se trata es de hacer del canal humanitario algo estable mientras el régimen político sigue haciendo de las suyas… Pues no, eso no apunta al cambio y es exonerar al gobierno de sus funciones y responsabilidades constitucionales, y pudiera transformarse en un hecho que apuntale más a Maduro en la presidencia si fuera la concesión que hiciera el PSUV en el mal llamado diálogo.

Es más, esto del canal humanitario es comparable, desde lo teórico, con lo de los refugiados sirios. Dar refugio a los sirios no resuelve en absoluto la tragedia de Siria, por el contrario, es aceptar que nadie va a hacer nada para solucionar los confictos en ese país. Es doble moral.
 
Alguien pudiera decirme inhumano por plantear esto, yo mismo me cuestiono estas palabras al escribirlas, pero lo cierto es que si en las negociaciones Maduro acepta abrir el canal humanitario como parte del acuerdo para culminar su mandato son más vidas las que se pierden que las que se salvan; y esto tenemos que hablarlo descarnadamente.

Se pierden más vidas y se alejan más las soluciones teniendo abierto el canal humanitario con el PSUV controlando el estado que luchando por un cambio real; el haber permitido la instalación de este sistema social, económico y político tiene costo humano, es iluso pensar que no pagaremos el costo.

Por estas razones no me sumo a la petición del canal humanitario, mucho menos creo que deba ser tema de negociación, me rehúso a ser parte de los que negocian la permanencia del PSUV en el poder, me niego a ser parte de la política sin principios.

Estas palabras no son una crítica a quienes están ayudando, no, para ellos mis felicitaciones, estas palabras tienen como norte que se entienda la diferencia entre la buena voluntad y deseos de ayudar a nuestro país de los intereses políticos que subyacen tras las propuestas que se negocian de espaldas al sufrir de todo un pueblo.

Por Julio Jiménez Gédler



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