Siendo ateo y con formación de izquierda debería
suponerse que no celebro la navidad, nada más lejos de la verdad.
En Venezuela las fiestas decembrinas son vehículo de momentos felices, mucho más que en otras épocas del año, cuando las condiciones de nuestro país nos mantienen en estado de poca felicidad. La unidad familiar, la dedicación a los niños, las tradiciones, las canciones, los arreglos en el hogar, etc. En fin, es un ambiente tan positivo que sería una estupidez renegar de él, me gusta la navidad venezolana a pesar de mi ausencia de fe y de mi convencimiento de la no existencia de Dios alguno ni del paso de algún hijo suyo sobre el planeta tierra. Me llena compartir con familiares, amigos, dar muestras de cariño y solidaridad (muy extrañas en estos tiempos), me encanta la comida, la música, la parranda, etc. es decir, la tradición completa es una vaina muy buena.
Pero también sé lo que siente un niño al no tener un juguetes o algo de ropa en buen estado en navidad, lo que es estar lejos de los seres queridos, o no tenerlos; sé lo que duele no comer hallacas y pan de jamón en navidad, el dolor de una madre por tener muy poco que ofrecer a su familia, el sufrimiento de una familia por un enfermo o fallecido en estas fechas, el dolor de familias y amistades separadas por la migración o las divisiones políticas. Ni hablar de quienes tienes familiares y amistades presos por acusas políticas, en estos momentos pienso en ellos, tienen mi apoyo y solidaridad.
Por eso, hoy, más que celebrar la navidad, yo celebro un tiempo muy humano y edificante, pero compungido por las miles de personas, en especial niños, que la están pasando mal en esta época, que por ser festiva no deja de ser convulsa, compleja y adversa para muchísimas familias y personas que la vida ha llevado a la soledad, a la calle, a un hospital o a otro país.
Por eso le deseo a mis familiares, amigos, conocidos y a quien me lea a través de mis redes sociales mucha felicidad, alegría y unidad, y aprovecho para agradecerles por ser quienes son y estar allí. ¡Eso sí! sin olvidarnos de los que hoy viven tragedias en sus vidas; vaya para ellos mi solidaridad y mi deseo de que superen la adversidad sacando lo mejor de ellos mismos y que sean exitosos en sus luchas de crecimiento personal y colectivo.
Para todo quien me lee, de cerebro y corazón les deseo felices fiestas ¡y cuídense! Mucho loco en la calle tras el volante o con el dedo en el gatillo.
Y si usted cree en Yahveh y su hijo, pues. Dios le bendiga y le cuide.
En Venezuela las fiestas decembrinas son vehículo de momentos felices, mucho más que en otras épocas del año, cuando las condiciones de nuestro país nos mantienen en estado de poca felicidad. La unidad familiar, la dedicación a los niños, las tradiciones, las canciones, los arreglos en el hogar, etc. En fin, es un ambiente tan positivo que sería una estupidez renegar de él, me gusta la navidad venezolana a pesar de mi ausencia de fe y de mi convencimiento de la no existencia de Dios alguno ni del paso de algún hijo suyo sobre el planeta tierra. Me llena compartir con familiares, amigos, dar muestras de cariño y solidaridad (muy extrañas en estos tiempos), me encanta la comida, la música, la parranda, etc. es decir, la tradición completa es una vaina muy buena.
Pero también sé lo que siente un niño al no tener un juguetes o algo de ropa en buen estado en navidad, lo que es estar lejos de los seres queridos, o no tenerlos; sé lo que duele no comer hallacas y pan de jamón en navidad, el dolor de una madre por tener muy poco que ofrecer a su familia, el sufrimiento de una familia por un enfermo o fallecido en estas fechas, el dolor de familias y amistades separadas por la migración o las divisiones políticas. Ni hablar de quienes tienes familiares y amistades presos por acusas políticas, en estos momentos pienso en ellos, tienen mi apoyo y solidaridad.
Por eso, hoy, más que celebrar la navidad, yo celebro un tiempo muy humano y edificante, pero compungido por las miles de personas, en especial niños, que la están pasando mal en esta época, que por ser festiva no deja de ser convulsa, compleja y adversa para muchísimas familias y personas que la vida ha llevado a la soledad, a la calle, a un hospital o a otro país.
Por eso le deseo a mis familiares, amigos, conocidos y a quien me lea a través de mis redes sociales mucha felicidad, alegría y unidad, y aprovecho para agradecerles por ser quienes son y estar allí. ¡Eso sí! sin olvidarnos de los que hoy viven tragedias en sus vidas; vaya para ellos mi solidaridad y mi deseo de que superen la adversidad sacando lo mejor de ellos mismos y que sean exitosos en sus luchas de crecimiento personal y colectivo.
Para todo quien me lee, de cerebro y corazón les deseo felices fiestas ¡y cuídense! Mucho loco en la calle tras el volante o con el dedo en el gatillo.
Y si usted cree en Yahveh y su hijo, pues. Dios le bendiga y le cuide.