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Sí, ayer fui a Plaza Venezuela. Como se había acordado en las redes sociales, diversas voces opositoras convocaron una concentración el día sábado 9 de noviembre para mostrar el rechazo a lo que ya es «surrealismo del siglo XXI». Aunque estuvieron presentes varias «farandis» y «doñas» de la política, observé algo muy positivo: caras nuevas. El ciudadano de a pie, ese que pocas veces nutre esas convocatorias, estuvo allí.

            ¿Cómo se traduce esto? Pues, fácil: la calle debe tomarse. ¿Para qué? En primer lugar, para que la gente pierda el miedo. No es poco lo que se juega: el futuro está en riesgo, el país está en riesgo, nuestros hijos están en riesgo y el porvenir hipotecado. ¿Hay o no hay motivos para salir? Los hay. Hay mil razones para salir a la calle. Ahora, más allá de perder el miedo, la movilización es importante para tomar conciencia del valor de nuestras acciones: no son tiempos de calarse pendejadas del gobierno, y por tanto, las redes sociales no bastan. No es suficiente con tuitear ni compartir información en Facebook: la calle debe tomarse para que el resto de la gente sepa que hay descontento real.

            Muchos dirán, ¿qué gano con salir a la calle? Pues, déjeme decirle que se gana mucho. Es infinitamente valioso poder salir a la calle y demostrar repudio por la situación que vivimos en el país. Es valioso decirle al mundo que a nuestro país lo están desvalijando para venderlo en la chivera del poder, y más allá, es valioso al saber que en un país militarizado, uno debe salir porque no se sabe cuándo pueda ser la última vez en hacerlo. Mientras más se tomen las calles, más difícil será que lo prohíban.

Mientras se pueda votar, se votará, pero hay que tener en cuenta que no es suficiente con votar. Al parecer algunos dirigentes políticos han entendido esto, pero quienes debemos comprenderlo y difundirlo somos nosotros. La calle hay que seguir tomándola, sin miedo, que lo que se juega no es poca cosa. Si es momento de demostrarle a la corrupción establecida que no podrán aplastarnos es éste. El juego del madurismo es: insultar, vejar, sembrar odio, dejar el hampa a sus anchas y desmovilizar. Ésa será su estrategia para congelar todo propósito de mover su estructura corrompida. No podemos caer en su trampa. Hay que salir.

 
#9N Plaza Venezsuela - Caracas

Recuerde que en Cuba no hay autoconvocados…




Por: Giorgio Emiliani

En twitter: @giomiliani