1)
No se
te ocurra tomar en cuenta a los economistas. Ellos buscan amarrarte las manos e
impedir que tomes decisiones revolucionarias con aquello de “entender las leyes
del mercado”, la “racionalidad de los agentes económicos”, las “restricciones
presupuestarias”, los “equilibrios deseados” y otras majaderías. Lo que quieren
es enredarte para imponer sus puntos de vista, amparados en esa jerga
incomprensible que usan para que creas que son ellos los que saben. Hazle caso
a Giordani.
2)
Centraliza
totalmente la toma de decisiones en tus manos. Crea un órgano superior, por
encima de los ministerios del ramo, una especie de Estado Mayor –mejor llámalo Órgano Superior de Economía- para intervenir
directamente en el ámbito de la producción, las finanzas, el comercio y los
servicios. Pon un militar al frente para que sólo te rinda cuentas a ti. Ellos están
entrenados para aceptar órdenes sin chistar. Nada de autonomías ni libertades en
las decisiones, ¡Control absoluto!
3)
No se
te ocurra delinear una estrategia y menos anunciarla; no hagas explícitas tus
políticas porque te comprometes con unos objetivos que luego servirán para
reclamarte si no los cumples. Insinúa, si acaso, tus propósitos. Así transmitirás
la idea de que estás abocado a la solución de lo que pueda presentarse, pero sin
dar detalles ni especificar cómo. Cuadro cerrado en cuanto a la información
sobre tus planes y acciones en materia económica: ¡cero transparencia y
rendición de cuentas!
4)
Centraliza
al máximo los recursos disponibles para usufructo discrecional tuyo y de tu
círculo inmediato. Te dejé como práctica la formulación de presupuestos
nacionales con base en precios del petróleo muy inferiores a su importe real
para reservarte, mediante créditos adicionales, el gasto de lo que queda, sin los
estorbos del control presupuestario. Pero no basta. Inventa nuevos fondos y fináncialos
con retazos sacados de aquí y de allá, así como con contribuciones especiales
impuestas al sector privado. Si se solapan, mejor, para confusión de la derecha
y para que sus administradores se peleen por quedar bien contigo. Es menester ocultarle
a la oposición dónde están los recursos, cuántos son, ni para dónde van, para
mantenerlos siempre fuera de balance. No permitas que anticipen tus políticas
porque le das pie para que se independicen y perderás el control.
5)
Gasta
a manga ancha; para eso eres gobierno. Sigue repartiendo directamente dinero a
tu base de apoyo para mantener su lealtad y comprometerlos con tu permanencia
al frente del Estado. No te angusties por supervisar cómo se gasta, pero deles
siempre un poco menos de lo que necesitan o piden, para mantener su sumisión. No
hay problema si, por falta de controles y de transparencia, se te cuelan
algunos vivos a hacer “negocios”. Eso sí, hazles saber que estás enterado, para
chantajearlos en el caso que se pongan cómicos y tienen la osadía de criticar
tus ejecutorias.
6)
Si no
alcanzan los reales, transfiere recursos destinados a la inversión o al gasto
de mantenimiento. En todo caso, acude a los chinos. Ellos se encandilan con las
riquezas de nuestro subsuelo, por lo que unas cuantas concesiones aquí y allá
les hará aflojar la cartera. ¿No canjeó Colón espejitos y baratijas a los
indios por oro? De gracias que mandé a reformar la Ley del BCV para que pudiera
prestarle a las empresas del Estado. En última instancia, ¡Ordénale que imprima
más dinero si lo necesitas!
7)
Se
generoso también con nuestros amigos internacionales. Así te blindarás con sus
votos contra todo intento del imperio (o de Colombia) por sancionarte en los
foros internacionales. En última instancia, más le sirve a la revolución este
blindaje que algún día estos países paguen sus deudas.
8)
Ve
aboliendo, sin prisa pero sin pausa, las garantías económicas previstas en la
Constitución. Siempre habrán fincas o empresas que pueden ser acusadas de improductivas
para proceder a expropiarlas. No importa que se hace después con ellas, para
eso te dejé una variedad de figuras con las cuáles experimentar -fundos
zamoranos, empresas de cogestión, núcleos
de desarrollo endógeno, empresas de producción social, consejos comunales,
comunas, etc., etc- con las cuales podrás mantener la expectativa de que, en
algún momento, acertarás con una solución. Mantén las empresas en jaque a través
de amenazas, controles y regulaciones. Si paralizan sus planes de expansión, exprópielas.
9)
Asegura
que los tribunales sean sordos ante cualquier reclamo; las garantías jurídicas
y procesales de la burguesía son un arma para paralizar la revolución. Lo que
quieren es acumular fuerzas para
sacudirse de la obligatoria tutela del Estado. ¡El control político directo del
Poder Judicial es crucial! Cada tanto tiempo usa tu mayoría en la Asamblea
Nacional para que te aprueben una Ley Habilitante que te dé manga ancha en
materia económica, evitándote discusiones embarazosas sobre el rumbo de la
economía, ni la necesidad de rendir cuentas.
10)Mantén el control de precios. Va minando poco a poco la
rentabilidad de la empresa privada, mantiene un clima de incertidumbre que
desestimula la iniciativa propia y sirve para conquistar el apoyo de las masas
con el argumento de que estás resteado en tu lucha contra los especuladores. Si
se agudiza la inflación o el desabastecimiento de productos, siempre tendrás a
quién culpar. Por cierto, ¡Felicitaciones por haber acuñado el término de Guerra Económica!
11)Mantén el bolívar sobrevaluado a través de un estricto
control de cambio. Recuerda que las divisas son del pueblo, no para el
usufructo trivial de la burguesía. Y el pueblo es el gobierno, es decir, tu
mismo. El dólar artificialmente barato hace que tengas que racionar la divisa, proporcionándote
un instrumento de control para doblegar a los empresarios y someter a la gente.
Además, mantiene la ilusión de que se contendrá la inflación, abaratando las importaciones.
¿Qué se haya multiplicado la salida de capitales? No importa: el control de cambio
reserva al Estado la primera opción para el usufructo discrecional de las
divisas, en persecución de nuestros fines políticos (u otros).
12)Enseña al pueblo que tiene un derecho nato a disfrutar
de bienes y servicios por el sólo hecho de ser venezolano. Nada de supeditar la
remuneración a méritos, productividad, esfuerzos propios o talento: ello sólo
reproduce la estructura de privilegios que es menester abolir. Por lo mismo,
impide que los tribunales de trabajo sancionen el ausentismo y mantén la inmovilidad
laboral. Ve aplanando la escala de salarios, subiendo el nivel mínimo mientras
mantienes constante el resto, en aras de la equidad.
13)Haz de PdVSA y las empresas básicas de Guayana tus “cajas
chicas”. Para eso está el petróleo, más caro que nunca en los mercados
internacionales. ¡Con las riquezas de nuestro subsuelo puedes hacer lo que te
da la gana! Además, PdVSA todavía cuenta con personal calificado que puedes desplegar
en otras dependencias y/o para crear subsidiarias no petroleras, como también
para administrar las misiones. El petróleo sale sólo. Usa el caudal de ingresos
para tu política de alianzas internacionales y para subsidiar bienes
estratégicos, como la gasolina.
14)Y sobre todo, fulmina los medios críticos, agoreros y
acaba con la protestadera de sindicatos y gremios. Sanción con ellos, pon a los
militares al control. ¡Patria, socialismo o muerte, venceremos!