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(Fuente: Informe21.com)
Si no entendemos el dolor de la gente, si no somos capaces de respetar sus lágrimas, lejos estaremos de ser la opción para el necesario viraje histórico. Acaba de morir un líder, la esperanza encarnada de un pueblo excluido, marginado y humillado por años; acaba de morir la voz de un continente, quien será por muchos años el político más brillante que haya parido la historia venezolana. Muchas de las personas que lo apoyamos en algún momento, apoyábamos un sueño: el sueño de una Venezuela inclusiva, humana, socialista y de progreso; fuertes motivos nos llevaron luego a adversarlo con la misma determinación con la que lo respaldamos: la violencia, su estímulo al narcotráfico con el surgimiento de los “narcosoles”, la destrucción del aparato productivo, el taponamiento de la lucha sindical, la “boliburguesía”, el nepotismo… Fue el amor por la patria y por nuestro pueblo lo que nos hizo seguirlo, fue ese mismo amor lo que nos hizo confrontar su posterior desgobierno y es ese mismo amor lo que nos conmueve hasta la última fibra del corazón al ver a ese pueblo llorar y la vida de ese hombre finalizar.

Los opositores debemos estar conscientes de que murió el individuo, pero no ha caído el régimen y, mucho menos, se ha acabado el liderazgo de Chávez. Ahora es cuando conoceremos al verdadero chavismo, la profundidad su estructuración ideológica, estratégica y táctica. Tenemos mucho por reflexionar, mucho dolor que compartir y mucho trabajo por hacer.

Paz a los restos del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.


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