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“Saltar la talanquera” es una expresión que se usa en nuestro país para denominar al dirigente político o persona pública que se cambia de bando político entre el chavismo y la oposición, cuestión que hoy es mal vista en nuestro país y que es condenada radicalmente por los dirigentes políticos, sectores y personas interesadas en la cosa política (en año electoral toda la sociedad está pendiente de la política nacional y sus actores); estas condenas son igual de implacables en ambos bandos hasta el extremos que rayan en el fascismo. El asunto es ¿Un dirigente político o persona pública debe privarse de coincidir con la tendencia que adversa en cualquier momento o asunto? ¿Deben todos los dirigentes políticos y personas públicas seguir al pie de la letra los lineamientos de la tendencia de su preferencia? ¿Debe haber pensamientos y acciones uniformes dentro de las tendencias? ¿La crítica debe ser silenciada?.
Si contestamos estas preguntas en medio del inmediatismo y las necesidades de cualquiera de las tendencias en esta coyuntura electoral es lógico que respondamos “Sí” a todas estas interrogantes, pero si analizamos estas cuestiones a la luz de la concepción de lo que debe ser una democracia ideal obtendremos un contundente “No” a todas estas preguntas. ¿Por qué nos ocurre esto?

Para entenderlo primero debemos analizar la realidad sociopolítica que atraviesa nuestra Venezuela, este gobierno ha arrastrado continuamente a nuestro país a la polarización política en los últimos 13 años; recordemos que Chávez concentró mucho poder y  usó ese inmenso poder para la exacerbación del radicalismo a todos los niveles, el boicot a la crítica, la descalificación como discurso político cotidiano, el odio como caldo de cultivo político, el culto a la individualidad, la política vertical, la transformación de opiniones en verdades irrefutables, el pragmatismo enmascarado, la discrminación por motivos políticos. Esto lo instauró gracias a su base social (ya en declive).

Esta realidad forzó que partidos y sectores diversos (y hasta contradictorios) nos uniéramos para hacer una oposición fuerte (con todos los errores y defectos que conocemos). Sin embargo, hay que reconocer que estas cosas implantadas por el chavismo son  “normales” en la política doméstica el día de hoy, a tal punto que la mayoría de la sociedad se maneja así, incluidos partidos y organizaciones de la sociedad civil; es decir, la forma chavista de hacer política se insertó en quienes nos oponemos a ella, donde las prácticas antidemocráticas del gobierno tienen un espejo en las oposiciones. Así se configuró un cuadro sociopolítico donde dirigentes políticos, intelectuales, artistas y deportistas están excesivamente limitados en el juego democrático y en su accionar ideológico propio porque sus palabras y acciones deben estar determinadas por los lineamientos del bando de su preferencia so pena de ser crucificado públicamente, y de paso es sometido al escarnio constante de la tendencia contraria, con el agregado de que estamos en la era de la información, las redes sociales y la massmediatización de la política lo que hace que los insultos, expresiones irracionales y rumores se propaguen a velocidades dignas de ser estudiadas por Einstein.

Ante esto la sana convivencia democrática se pierde en el mar de la irracionalidad gracias a los intereses de los poderosos que nos llevaron a este punto, nuestra democracia está enferma gracias a los gobiernos que hemos tenido, y el de Chávez nos llevó a este estado terminal. En una democracia medianamente sana no debería haber talanqueras, ni unidad forzada, ni solidaridades ni ataques automáticos, lo que debería haber es mucho debate, espacio para la crítica en todos los sectores, posibilidad de alianzas no lineales, análisis objetivos de la realidad, ética y claridad. Que alguien, sea quien sea, cambie de opinión o critique no debería ser motivo de odios sino de análisis. Contradicciones ideológicas y prácticas siempre habrán, asumamos que el pensamiento único es enemigo de Venezuela.

Luchar contra Chávez, vencerlo y hacer el cambio necesario en Venezuela supone que como sociedad desmontemos vicios y conductas políticas y sociales que atentan contra la democracia misma que fueron impuestos desde el poder para preservarlo y reproducirlo. Superemos la irracionalidad y los odios para tener posibilidad de progreso social.

Por: Julio Jiménez

En twitter: @Juliococo