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Escribo estas líneas para informar que no reconozco como válidos los resultados emitidos por el Consejo Nacional Electoral del proceso electoral presidencial venezolano de ayer.

Tomo esta decisión y asumo esta posición no porque sea la línea del candidato Henrique Capriles Radonsky, sencillamente creo que coincidimos en lo que en mi opinión es una postura correcta y responsable dados todos los sucesos e irregularidades que vivimos en este proceso electoral. 

Como ciudadano y elector nacido y criado en Venezuela, solicito y apoyo totalmente la impugnación de este proceso electoral, el reconteo de todos los votos y que los mismos sean cotejados con las actas de escrutinio, con los datos transmitidos y con todos los cuadernos de votación; y que al mismo se procesen las más de 3.000 denuncias documentadas por el Comando Simón Bolívar de ventajismo, abuso de poder, violencia, excesos del Plan República y del personal del CNE, uso ilegal de bienes del estado en el proceso, y la violación y restricción derechos humanos y políticos fundamentales consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

No estoy asegurando que hubo fraude, pero tengo serias dudas sobre el resultado de este proceso; dichas dudas son razonadas y sustentadas, por tanto, creo que lo más sano para la sociedad venezolana es que se lleven a cabo los procedimientos correspondientes en el marco de la constitución y las leyes para aclarar esta situación, situación extremadamente compleja, desagradable y peligrosa para nuestra Venezuela, lo cual me llena de una profunda preocupación y tristeza.

Impugnar un proceso electoral es un derecho político fundamental, no es un acto de desestabilización,  los derechos no se negocian, la dignidad mucho menos. Yo, al igual que varios millones de venezolanos, estoy convencido que nuestros derechos políticos -y en algunos casos los derechos humanos- fueron restringidos y pisoteados el día de ayer.

Si el gobierno venezolano está tan seguro de la ESCUÁLIDA victoria que anunció el CNE debería proceder correctamente y procesar todas las exigencias y denuncias que se presentan. Ahora, si el estado venezolano y sus instituciones (las cuales controla el partido-gobierno) no proceden a aclarar esta situación según los mecanismos establecidos, con la transparencia y rigor que demanda el caso, el país entraría en una convulsión sociopolítica de magnitudes inesperadas que sería de su total y absoluta responsabilidad.

Esta exigencia no es contra los ciudadanos que votaron por el candidato Nicolás Maduro, estoy convencido que en su mayoría no tienen que ver con este gigantesco abuso y atropello, esta exigencia es contra el estado-gobierno-partido que detenta el poder político-económico en Venezuela; sin embargo, quiero dejar claro que mi derecho a la duda y a desconfiar del CNE es LEGÍTIMO, está enmarcado en un principio universal consagrado en la constitución que es el derecho a la libertad de conciencia, cosa que también fue vulnerada ayer en muchos casos.

Analizando los hechos tengo razones para la duda, mi ética me dice que no debo callar  y mi conciencia me indica que hay que luchar.

Julio César Jiménez Gédler



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